
La política exterior de los países se estructura en torno a principios e intereses que actúan como directrices fundamentales para la actuación estatal. Los principios, como el respeto irrestricto a los derechos humanos, son juicios de valor universales que perduran en el tiempo, mientras que los intereses representan metas concretas, como la protección de los mercados internos mediante tarifas. A continuación, se presenta la línea de base que considera el PEP sobre el papel de la política exterior progresista en la defensa de principios y la consecución de intereses:
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