Minuta Presidencial 3 – Siempre el mar: Chile como plataforma logística e industrial en la cuenca latinoamericana del Pacífico

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Introducción: Un cambio de época en el comercio global

Durante décadas, Chile apostó por un modelo económico abierto, basado en la fimar de tratados de acuerdos comerciales y en el aprovechamiento de nuestras ventajas comparativas naturales: minería, agroindustria y pesca.

Ese modelo fue coherente mientras existió un marco global de apertura y cooperación. Hoy este no es el caso.

El escenario actual es distinto: la geopolítica se ha transformado en la fuerza ordenadora de los flujos económicos, y el mundo avanza hacia un orden fragmentado, con cadenas de suministro regionalizadas, tensiones comerciales y nuevas exigencias en materia ambiental, tecnológica y social.

Este cambio de paradigma implica que el modelo exportador primario ya no es suficiente para sostener el crecimiento, la cohesión social y la competitividad del país. Chile necesita transitar hacia un desarrollo industrial moderno, descentralizado y sustentable, que permita generar valor agregado, fortalecer nuestras regiones y proyectar al país como un actor estratégico en la Cuenca del Pacífico.

En otras palabras, persistir en un modelo exclusivamente exportador de ventajas comparativas expone a un alto riesgo el futuro económico del país.

Pero el desarrollo industrial ha sido un sueño más bien escurridizo para nuestro país. ¿Por dónde comenzar?

Para nuestro país, siempre el mar ha sido una respuesta. Chile podría asumir una vez más su histórica vocación marítima y activar la reindustrialización a a través de la actividad portuaria. su Los puertos chilenos tienen un rol decisivo: no solo son puntos de embarque, sino que potencialmente podrían operar como plataformas logísticas e industriales, conectadas a redes globales con la capacidad de articular la producción nacional con mercados internacionales.

La oportunidad: Chile como hub logístico-industrial del Pacífico latinoamericano

Nuestra posición geográfica es nuestro principal activo geopolítico: una larga costa en el Pacífico, frente a la cuenca del Pacífico como nuevo centro gravitacional de la economía, comercio e innovación mundial. Sin embargo, para transformar esa ventaja en desarrollo efectivo, debemos situar la estrategia portuaria al centro de la política industrial y la política exterior del país.

La visión es clara: Chile debe convertirse en la plataforma de entrada y salida de bienes, energías y servicios entre América Latina y el eje del Pacífico. La proyección oceánica de una reindustrialización chilena es un imperativo para competir en un mundo donde la logística y la resiliencia de las cadenas de suministro determinan la competitividad de las naciones.

Ejes estratégicos para un Chile 2050 industrial y conectado

1. Del recurso natural al valor agregado

Exportar litio y cobre no es suficiente. Debemos dar un salto cualitativo hacia la producción de bienes intermedios (cátodos, celdas de batería, productos agroindustriales, entre otros) y, en el mediano plazo, productos finales que posicionen a Chile como un proveedor confiable en la transición energética global. En este sentido Chile tiene la oportunidad de posicionarse en tres sectores económicos clave:

– Minerales críticos: crear clústeres industriales asociados a la minería verde y a la electromovilidad.

– Hidrógeno verde: aprovechar el potencial del extremo sur para crear una industria capaz de abastecer no solo a Europa, sino también a corredores marítimos internacionales, mediante la construcción de estaciones de bunkering de combustibles limpios.

– Agroindustria: posicionar a Chile como actor clave en la seguridad alimentaria de la cuenca del Pacífico mediante la producción de productos agroindustriales derivados de frutas y alimentos del mar.

Este enfoque no implica renunciar al comercio abierto. La propuesta es sumar capas de valor y tecnología, o sea, robustecer la infraestructura productiva chilena para que nuestro país deje de ser solo un exportador de commodities y pase a ser un proveedor estratégico de soluciones energéticas y tecnológicas.

2. Puertos como nodos de desarrollo industrial y descentralización productiva

La perspectiva infraestructural es un comienzo que puede orientarse a esquemas más sofisticados que vinculen la producción nacional con el orden internacional. Los puertos, además de infraestructura marítima, pueden convertirse en ecosistemas industriales y logísticos, que impulsen el desarrollo regional y la cohesión territorial. Proponemos avanzar hacia distritos industriales portuarios, con identidad y vocación definida:

  • Valparaíso: su rol es convertirse en la principal plataforma logística para el comercio con Asia-Pacífico, a través de inversión en puertos inteligentes, trazabilidad y servicios integrados.
  • Antofagasta: su rol es ser un polo de productos intermedios de minerales críticos y consolidar la red logística regional al conectar con el corredor bioceánico hacia Brasil y Argentina.
  • Magallanes: su destino es convertirse en la capital del hidrógeno verde y un nodo central de abastecimiento marítimo para combustibles limpios.
  • Bio Bio y Los Ríos: su misión es ofrecer a nivel global centros de agroindustria avanzada y manufactura sustentable.

Esta diversificación permitiría domésticamente descentralizar la economía, distribuir los beneficios del comercio global y reforzar el sentido de pertenencia de las comunidades con los proyectos logísticos.

3. Conectividad e infraestructura para un Chile integrado al continente

Una plataforma logística competitiva exige corredores de transporte multimodal que conecten los puertos con el interior productivo de la nación y con los países vecinos. Chile debe avanzar en:

  • Corredores bioceánicos con Brasil, Argentina y Paraguay.
  • Trenes de uso dual, con carga nocturna y pasajeros diurnos, eléctricos y silenciosos, que integren eficiencia logística con transporte público.
  • Puertos inteligentes y automatizados, con sistemas de trazabilidad digital y cumplimiento normativo que faciliten el comercio seguro.
  • Integración con aeropuertos y zonas francas, para servicios de valor agregado y consolidación de cargas.

Este esfuerzo requiere inversión público-privada, planificación estratégica y coherencia regulatoria que entregue certeza a los inversionistas y confianza a la ciudadanía.

4. Capital humano y tecnología aplicada

El desarrollo industrial y logístico requiere además personas capacitadas y centros de innovación que acompañen el cambio productivo. Proponemos:

  • Liceos tecnológicos en logística, automatización y energías limpias en cada polo portuario.
  • Programas de reconversión laboral para trabajadores actuales, asegurando que la transición sea inclusiva.
  • Centros regionales de I+D+i aplicada, vinculados con universidades, empresas y gobiernos locales.

Los puertos chilenos en la reconexión del mundo: una estrategia alineada con la política exterior

La actividad logística portuaria es la cara visible de Chile en el comercio internacional. Una estrategia logística-industrial sólida envía señales claras a los inversores y a nuestros socios comerciales: Chile ofrece estabilidad, reglas claras y una capacidad logística de talla mundial.

En un mundo que será cada vez más fragmentado, la diplomacia económica debe posicionar a Chile, desde sus puertos, como el centro del Pacífico de América Latina, articulando alianzas con Asia (APEC, ASEAN, RCEP), Estados Unidos y Europa, y reforzando la cooperación regional para crear corredores marítimos y terrestres que integren Sudamérica con el Pacífico. Chile y sus puertos reconectan un mundo cada vez más fragmentado.

Esto nos permitirá no solo competir por inversiones estratégicas, sino también proyectar liderazgo en energías limpias, sostenibilidad y comercio justo, valores que hoy definen el futuro de un sistema internacional herido.

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