Minuta Presidencial 1 – Navegar la transición del Orden Internacional – Alternativas Estratégicas para Chile

aerial photography of tanker ship

Objetivo: Analizar el contexto internacional desafiante al que se enfrenta Chile y explorar diversas estrategias para fortalecer y definir su política exterior ante el cambiante panorama geopolítico.

Desafío: Chile se enfrenta a un contexto internacional en constante cambio, marcado por la creciente competencia hegemónica entre Estados Unidos y China, y por un sistema multilateral con menos capacidad para predecir el comportamiento de los actores y garantizar el cumplimiento de las normas internacionales. La reciente escalada de tensiones, evidenciada en la guerra comercial mundial, sugiere que el comercio internacional ya no se basa únicamente en reglas económicas, sino que también está influenciado por consideraciones geopolíticas, lo que ha dado lugar a un panorama global más fragmentado. Esta situación supone el mayor desafío para la política exterior chilena desde el regreso a la democracia, ya que pone en jaque su modelo de política comercial basado en tratados de libre comercio y en un mercado abierto a las inversiones sin discriminación por sector o por país. Ante este panorama, es crucial que Chile defina su papel y sus estrategias para navegar por esta transición hasta saber cuál será el siguiente orden internacional.

Análisis de alternativas

Se distinguen tres alternativas, aunque no son excluyentes entre sí, se recomienda priorizar en función de un mejor alcance de resultados.

Ambigüedad estratégica: consiste en adoptar una postura no alineada frente a las superpotencias de forma deliberada. Gracias a esta estrategia, se pueden mantener relaciones comerciales flexibles y oportunidades de cooperación en diversos sectores. Sin embargo, si se prolonga en el tiempo, puede conllevar riesgos, como la incertidumbre y desconfianza de otros actores internacionales, lo que podría hacer que Chile quedara a la deriva a largo plazo.

Reforzar el compromiso con el multilateralismo: al mostrar apoyo a foros internacionales que abordan problemas críticos, como la seguridad alimentaria y el cambio climático, Chile puede maximizar su influencia y proteger su autonomía. Ejemplos recientes de esta estrategia son la visita del presidente Boric a la Antártida junto al secretario general de la ONU y la presidencia de Chile en el ECOSOC. Sin embargo, la efectividad de estas plataformas puede verse limitada por desacuerdos con las grandes potencias, lo que dificulta la búsqueda de consensos necesarios para avanzar.

Asociaciones estratégicas con potencias medias: esto implica crear redes de cooperación minilaterales con países que compartan intereses similares, lo que permitiría a Chile trabajar en espacios independientes de la influencia de las superpotencias y evitar la complejidad de la toma de decisiones en organizaciones internacionales más grandes. La experiencia de México, que formó una asociación de innovación llamada MIKTA con Indonesia, Corea del Sur, Turquía y Australia, es un ejemplo de cómo estos vínculos pueden ser efectivos. En la misma línea, India, Francia y los Emiratos Árabes Unidos establecieron en 2023 un espacio de intercambio activo de iniciativas en cooperación estratégica en ámbitos de energía, tecnología y defensa. Aunque existen diferencias en cuanto a prioridades y limitaciones económicas, estas relaciones pueden proporcionar a Chile una plataforma de acción internacional más autónoma.

Enfoque óptimo

Para fortalecer su resiliencia, es fundamental que Chile adopte un enfoque que fomente su autonomía y que sepa estimar de manera estratégica su diversificación en un mundo cada vez más fragmentado. Una forma de avanzar en esta dirección es priorizar la tercera estrategia y llevar a cabo tres acciones concretas a medio plazo para proteger y promocionar sus intereses durante esta transición: 1) organizar a las naciones medianas de la cuenca latinoamericana del Pacífico en un esquema logístico que permita intercambios libres de influencias hegemónicas. Cambiar el enfoque de la Alianza del Pacífico podría ser una buena forma de poner en marcha esta estrategia. 2) Chile podría aprovechar su compromiso con la transición energética para establecer una red de suministro seguro de minerales críticos para la electromovilidad, lo que le daría impulso en mercados emergentes como la India y el Sudeste Asiático. Chile debe posicionarse como un actor clave para la resiliencia de las cadenas de suministro regionales y globales. 3) Establecer un espacio de intercambio activo con otras potencias medias en materia de autonomía tecnológica y digital. El Acuerdo de Asociación de Economía Digital (DEPA), en el que, junto con otras potencias medias como Nueva Zelanda y Singapur, puede ser una plataforma para establecer un ecosistema digital común que promueva un comercio digital inclusivo, autónomo y sostenible.

El comercio y la economía internacional ya no se rigen únicamente por reglas económicas, sino también por consideraciones geopolíticas, lo que está provocando un escenario cada vez más fragmentado y securitizado. La actual guerra comercial refleja un cambio sistémico que incluye una rivalidad en las cadenas de suministro, nuevas tecnologías y gobernanza digital. Chile debe adoptar un enfoque proactivo para definir sus decisiones estratégicas y evitar sucumbir a su propia inercia. Este enfoque no solo será vital para hacer frente a las presiones emergentes de las superpotencias, sino que también proporcionará las herramientas necesarias para prosperar en el nuevo orden internacional.

Equipo PEP