Minuta Presidencial 4 – Multilateralismo en transición: Desafíos y liderazgo para la próxima SG de la ONU

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Objetivo:

Reflexionar sobre los principales desafíos que enfrentará la próxima Secretaría General de la ONU y definir el perfil de liderazgo que requiere la organización para adaptarse al contexto internacional actual.

1. Contexto General: transición del orden internacional

El sistema internacional atraviesa una transición hacia un orden más fragmentado, competitivo y realista, caracterizado por el debilitamiento del multilateralismo, el aumento de la desconfianza entre potencias y la proliferación de conflictos simultáneos. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) enfrenta una etapa de redefinición profunda para adaptarse a este contexto

La crisis se agudiza en magnitud y asume rasgos cada vez más inéditos y terminales. El mundo no registraba tantos conflictos abiertos desde la Segunda Guerra Mundial, lo que evidencia el declive de la capacidad de la ONU para prevenir crisis y hacer más predecible el comportamiento de los actores internacionales.

El momento transicional empuja efectos fuertes de incertidumbre, fragmentación, rivalidad sistémica. En este escenario, la ONU necesita recuperar su relevancia, capacidad de mediación y legitimidad política, reafirmando su rol como espacio central para la cooperación y la gobernanza global sin omitir los puntos críticos en el que se despliega contemporáneamente la acción internacional.

2. Adaptación, eficiencia y estabilidad para las tres transiciones: desafíos Estratégicos para la Próxima Secretaría General

La próxima década estará marcada por tres transiciones simultáneas —energética y climática, tecnológica y demográfica— que redefinirán la arquitectura del desarrollo global y la estabilidad internacional. Gestionarlas no es solo una cuestión técnica, sino una prioridad estratégica para la ONU, que debe articular respuestas coordinadas y asignar recursos con visión de largo plazo.

  1. Transición energética y climática: Impulsar una transición energética justa y sostenible, basada en una transformación socioeconómica profunda que garantice la seguridad energética y mitigue impactos adversos sobre comunidades vulnerables.
  1. Transición tecnológica e inteligencia artificial: Promover mecanismos de gobernanza internacional de la IA que prioricen la estabilidad estratégica frente a riesgos militares, ciberseguridad y control de infraestructuras críticas, en un contexto de competencia geopolítica por liderazgo tecnológico y soberanía digital.
  1. Transición demográfica: Impulsar la creación de capacidades para ecosistemas industriales demográficamente sostenibles y orientados a la productividad total de los factores, frente al desafío combinado del envejecimiento acelerado en economías avanzadas y las tensiones en los mercados laborales derivadas del crecimiento de la fuerza laboral joven en regiones emergentes.

Gestionar estas tres transiciones exige una articulación institucional basada en pilares operativos que privilegien:

2.1. Adaptación institucional: Reformar la estructura y los mecanismos de toma de decisiones para hacerlos más ágiles, representativos y capaces de responder a dinámicas regionales y globales en constante cambio.

2.2 Eficiencia operativa: Aumentar la eficacia de la gestión institucional en un contexto de recursos financieros y humanos más limitados, priorizando acciones de alto impacto global.

2.3 4. Reforzar el rol de la ONU como garante de estabilidad: Reposicionar al organismo como un articulador legítimo y operativo de respuestas multilaterales ante crisis de seguridad, climáticas, sanitarias y tecnológicas.

3. Liderazgo para un mundo multipolar


La próxima Secretaría General deberá ejercer un liderazgo capaz de facilitar poder, gestionar con eficacia y proyectar una visión estratégica de largo plazo para articular intereses diversos y sostener la legitimidad del sistema multilateral. Este enfoque requiere aumentar la probabilidad de la solidaridad multipolar. Esto implica::

  1. Carácter para mantener la independencia institucional frente a las presiones de las potencias globales y regionales.
  1. Habilidades de gestión y negociación, orientadas a resultados concretos y a la eficiencia en el uso de recursos.
  1. Capacidad estratégica de largo plazo, para anticipar tendencias y fortalecer el rol articulador de la ONU en un sistema multipolar y en transición.
  1. Sensibilidad regional y global, impulsando una representación más equilibrada entre las grandes potencias, potencias regionales y las medianas potencias en la toma de decisiones.

4. Consideraciones Finales: Bachelet, brújula de las transiciones

El futuro liderazgo de la ONU tendrá que promover necesariamente una plataforma que combine las demandas contrapuestas de realismo y visión de futuro, promoviendo una ONU más eficiente, más cercana a las necesidades de la humanidad, y capaz de convertirse nuevamente en el gran articulador de los desafíos globales del siglo XXI.

La renovación de la Secretaría General constituye una oportunidad histórica para revitalizar el sistema multilateral y recuperar la relevancia política de la ONU en un mundo más volátil, fragmentado y conflictivo.

Es urgente destacar que, por su trayectoria única, Michelle Bachelet encarna este perfil. Ha gobernado Chile con reformas en salud y seguridad, liderado ONU Mujeres y la Oficina de Derechos Humanos, y demostrado autoridad ética sin renunciar a la negociación estratégica. Su biografía atraviesa las grandes transiciones: del mundo bipolar, entre las dos esferas de la cortina de hierro, habitando la resistencia, el exilio y el retorno institucional, a la consolidación democrática y la defensa global de derechos desde las claves del orden liberal, hasta hoy bajo un horizonte donde la resiliencia de los factores morales del antiguo sistema internacional se adaptan a un orden más realista de equilibrio de intereses. Su figura combina experiencia ejecutiva, credibilidad moral y capacidad para preservar el peso de la ONU en el siglo XXI. 

Como una brújula en la tormenta geopolítica, Michelle Bachelet permite permite calibrar la brújula del orden internacional con la articulación única del realismo sobrio de su trabajo internacional y una adaptabilidad propia de los liderazgos del sur global, irradiando un campo de esperanza para la cooperación internacional desde las costas asediadas del multilateralismo.

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