Policy Brief 5 – El esquema geoeconómico Latino-Pacífico

La creciente rivalidad entre China y Estados Unidos está reconfigurando el orden internacional, con la cuenca del Pacífico como epicentro de tensiones económicas, tecnológicas y geopolíticas. En este escenario, el esquema geoeconómico Latino-Pacífico surge como una estrategia regional para fortalecer la autonomía relativa de las potencias medias latinoamericanas. Esta propuesta busca articular una narrativa propia de inserción internacional que no se limite a escoger entre China o EE.UU., sino que promueva una agenda de cooperación múltiple basada en activos tangibles e intangibles. Este documento plantea los fundamentos, ventajas, limitaciones y posibles líneas de acción para convertir al Latino-Pacífico en una estrategia viable de inserción en la cuenca del Pacífico.

1. El concepto de Latino-Pacífico como marco autónomo de inserción

El Latino-Pacífico es una narrativa geoespacial que revaloriza el rol de América Latina en la cuenca del Pacífico. No se plantea como un bloque ni una organización formal, sino como un encuadre estratégico para posicionar a la región como un actor con agencia propia. Frente a las visiones dominadas por agendas externas como la Asia-Pacífico (China como eje clave) o el Indo-Pacífico (Occidente y la India como ejes clave), el Latino-Pacífico propone un enfoque propio, basado en principios de autonomía estratégica, integración sostenible y cooperación multisectorial.

Los principales activos de los países de la cuenca latinoamericana del pacífico incluyen:

  • Minerales críticos (litio, cobre, tierras raras).
  • Energías renovables y bajo uso de carbón.
  • Superávit agroalimentario.
  • Biodiversidad y agua dulce.
  • Posición geográfica entre Pacífico, Atlántico y Antártico.
  • Respecto al derecho internacional y el estado de derecho 

2. Potencias medias latinoamericanas frente a la competencia hegemónica

Países como Chile, Perú, Colombia y Costa Rica pueden considerarse potencias medias sectoriales en la cuenca del Pacífico. Aunque carecen del poder estructural necesario para moldear el orden regional, disponen de activos clave que pueden transformar en ventajas estratégicas si los articulan con inteligencia política. En este contexto, la iniciativa Latino-Pacífico permite aplicar herramientas propias de las potencias medias, como el equilibrio flexible, la diplomacia minilateral y la diversificación de asociaciones. La propuesta es evitar alineamientos automáticos y, en su lugar, establecer estándares regionales en sectores como los minerales críticos para la movilidad eléctrica, las energías verdes para una matriz productiva sostenible, la agroindustria para fortalecer la seguridad alimentaria en el Pacífico y el conocimiento locall para impulsar la innovación. Esto permitiría a la región actuar como «socio facilitador» ante múltiples actores, promover agendas comunes y evitar dependencias unilaterales.

3. Ventajas del esquema frente al binarismo China-EE.UU.

El enfoque Latino-Pacífico permite superar el falso dilema entre Pekín y Washington. Ofrece una inserción proactiva que promueve el fortalecimiento de las capacidades regionales y el establecimiento de vínculos equilibrados con Asia. A diferencia de los modelos reactivos, este esquema valora la conectividad interoceánica (corredores bioceánicos, cable Humboldt), el posicionamiento logístico (Magallanes como alternativa a otros lados transoceánicos) y la capacidad de ofrecer bienes públicos globales (seguridad alimentaria y energías verdes).

4. Obstáculos estructurales y necesidad de articulación regional

La mayor limitación del esquema es la debilidad de los mecanismos regionales existentes. La fragmentación ideológica, el bajo nivel de institucionalidad y la ausencia de una estrategia de inserción común dificultan la existencia de una voz coordinada.

5. De la narrativa a la acción: hoja de ruta operativa

Para que el Latino-Pacífico trascienda la retórica, se propone una estrategia con cinco pilares:

  1. Diplomacia climática y alimentaria: aprovechar el peso de la región como garante de bienes públicos globales y presentar propuestas coordinadas en foros como APEC, G20 y COP.
  2. Gobernanza transpacífica: promover plataformas flexibles de cooperación minilateral que articulen intereses entre la parte asiática y latinoamericana del pacífico.
  3. Innovación y conocimiento indígena: fomentar el intercambio Sur-Sur sobre adaptación climática, soberanía alimentaria y desarrollo tecnológico.
  4. Infraestructura verde y logística interoceánica: desarrollar corredores bioceánicos, redes digitales y hub logísticos para facilitar el comercio y la adaptación de productos.
  5. Inversiones con encadenamientos productivos: atraer capital extranjero con reglas claras que favorezcan la transferencia tecnológica y el valor agregado regional.

Remarca final 

En un escenario internacional cada vez más fragmentado, América Latina no debe limitarse a elegir entre las potencias, ni quedar como zona de influencia pasiva. El esquema geoeconómico Latino-Pacífico permite plantear una estrategia propia, flexible y proactiva, centrada en activos regionales y principios de cooperación y autonomía. La clave radica en pasar de la narrativa a la acción, y en construir asociaciones minilaterales o regionales que refuercen la voz latinoamericana en la cuenca del Pacífico.

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